Vivir buscando el Norte, esa es mi lucha personal. El norte como horizonte, el norte como infinito, como respiro, como suspiro. El norte como sueño...
viernes, octubre 30, 2009
AMOR.
No sé si será que ando perdida en los mundos de Yupi, quizás sea que me siento en una eterna luna de miel o que reparo en pequeñas cosas que pasan desapercibidas a simple vista. No sé si será que no me dejo cegar por la maldad, o que hoy veo coloritos. A lo mejor es sólo una conclusión estúpida hecha desde un punto de vista muy particular... pero lo cierto, es que creo que hay algo que nos une a todos, una energía poderosa que hace que el mundo siga girando y que las personas sigamos moviéndonos. Si reparo en los pequeños gestos o en aquello que nos alienta a seguir, si me detengo en las luchas que emprendemos o en lo que defendemos, veo claramente que lo que inunda todo, lo que puede con todo, lo que impregna todo, lo que es todo, es el amor, en todas sus manifestaciones. El amor hace que el mundo sea mundo y que siga latiendo.
martes, octubre 27, 2009
NUESTRAS ÚLTIMAS HORAS EN CERDEÑA.
La rampa de la discordia.
Llegada a Barcelona.
En el restaurante.
Todos detrás de la línea mientras esperábamos el ferry.
Muertecitos de sueño.
El punto donde nos perdimos.
Buscando la ubicación de la Necrópolis en un mapa.
¿Extraterrestres?.
Una imagen de los preciosos atardeceres.
Dejamos Alguero con la intención de ir a visitar la Necrópolis, y en esas estábamos cuando me pareció ver dos veces la misma casa, dos veces el mismo letrero, dos veces el mismo árbol...y de repente, Ardorín que pone el intermitente y se mete enmedio de una isleta. Lo pensé al instante: "¡El gps!". Estaba en lo cierto, de nuevo el fabuloso gps me dió la razón. Os recuerdo que el gps de Ardorín tiene lapsus en los que nos informa de que circulamos por un camino de tierra cuando en realidad vamos por la autopista y, en este caso, nos pasea por Cerdeña al libre albedrío sin encontrar el acceso a la Necrópolis. Me gusta que sucedan estas cosas porque hace que los que andan "encorsetados" se "desencorseten".
Allí estábamos, tirados como colillas enmedio de un cruce de carreteras y recurriendo a los planos de toda la vida. Se intentó, pero al final no pudo ser y decidimos regresar a Porto Torres, así que esto queda pendiente si algún día volvemos.
Llegamos a casa, ducha, cena, charreta y a dormir un par de horas en el sofá. A las tres y media arriba, a las cuatro y media camino del puerto para embarcar a las seis. Llovía a cántaros, y allí estábamos todos esperando la llegada del barco y refugiándonos donde buenamente podíamos.
Por culpa de la rampa de la discordia, esa que nuestros maridos respectivos son incapaces de subir con la moto si nos llevan a cuestas, Ardorina y yo subimos por el acceso peatonal y nos encontramos con tres amabilísimos señores en la recepción del ferry que nos pedían el billete para entrar, billete que se quedó un revisor que controlaba el acceso en la entrada del puerto. Ardorina estaba alterada, convencida de que se quedaba en tierra, mientras a mí me dió la risa tonta cuando les explicábamos porqué no habíamos subido encima de la moto con nuestros respectivos esposos. Finalmente, enseñándoles las fotos que llevábamos en la cámara, uno de ellos se fue en busca y captura de los susodichos, y regresó con Ardorin, así que respiramos aliviadas porque al menos sabíamos que en Cerdeña no nos íbamos a quedar.
Fuimos directos al camarote. Dormimos largo y tendido. Despertamos para ir directitos a comer, y después, de regalo por ser buenas, las dos mendas decidimos disfrutar del spa y de un masajito, porque nosotras lo valemos. Terminamos forzosamente con una ducha fría, que el agua caliente parecía no existir, ¿verdad Ardorina?.
Tras el relajamiento total, llegamos a Barcelona y hasta aquí puedo contar.
Lo mejor de Cerdeña, para mí, los pinos que llegan al mar.
sábado, octubre 24, 2009
GRUTA DE NEPTUNO.
En mi cabeza, una melodía de El último de la Fila, "Hierbas de Asia": "errar contigo, mareaditos. Te trajo el viento y te amé como a un niño...", por eso del mareo total.
El culpable de mis desvelos.
Una ¿lagartija?. Foto tomada por Pedro, que yo no tenía el horno "pa" bollos.
Parte baja de uno de los acantilados.
Panorámica de Alguero, dejando atrás la ciudad.
Entrada a la gruta.
Los famosos 656 escalones a la derecha de la foto, que si lo sé, los bajo y subo encantada.
Y este faro me pareció el lugar ideal para pasar un mesecito de vacaciones.
Dicen que la Gruta de Neptuno es una de las maravillas naturales más impresionantes que se pueden ver en Cerdeña. La verdad es que estaba deseando visitarla, y por este motivo, regresamos a L´Alguer, con la única intención de coger uno de los barcos que salen desde el puerto para acceder hasta la entrada de la cueva.
También se puede llegar hasta la gruta bajando los 656 escalones tallados en la pared rocosa que llevan a su entrada. Bajarlos y después subirlos, claro. Hubiera estado dispuesta a hacerlo, sin duda alguna, por dos motivos: el primero, siento debilidad por las cuevas, reminiscencias de mi juventud, de cuando estuve un tiempo practicando espeleología; el segundo: la Gruta de Neptuno tiene fama de ser una de las más impresionantes del Mediterráneo por sus lagos, pasadizos, espacios amplios, estalactitas, estalagmitas…, perfecta para soñar.
Nos hicieron esperar unas horas porque el mar estaba un poco alborotado, pero finalmente salimos sin garantía alguna pero con la esperanza de poder visitarla.
El calor era asfixiante, el barco bailoteba, todo empezó a dar vueltas en mi cabeza, y ni los magníficos acantilados, ni las maravillosas playas todavía intactas, ni nada de nada de nada, lograron ausentar el pensamiento de las terribles sensaciones que me invadían, y es que me sentía morir, literalmente. No sabía como ponerme, ni sabía donde meterme, ni como escapar de esa terrible sensación de "voy a vomitar".
Resistencia.
Al llegar a la entrada de la gruta, pensé que, finalmente, iba a tocar tierra firme y que se había terminado la pesadilla, pero nada de eso, el barco empezó a bambolear hasta que me convencí de que íbamos a volcar. Las olas estaban furiosas y Neptuno no se alió con nosotros para dejarnos llegar hasta el acceso peatonal, así que nos comunicaron que no iba a poder realizarse la visita y salí despaborida, como alma que lleva el diablo, a la parte baja de la embarcación buscando un rincón donde escapar del mundo, de la sensación de angustia infinita. Realicé un ejercicio mental para evitar pensar sólo en mi mareo, y en el intento de dirigir mis pensamientos hacía otro lugar, no sé muy bien porqué, acabé en las Bahamas, el absurdo rumbo de la mente en su caminar, porque no es un destino que llame especialmente mi atención.
Terminamos la excursión en una pequeña cala donde estuvimos el tiempo suficiente para conseguir que me recuperara un poco. Chapoteé en el agua transparente con un refresco en la mano y aunque me costó un ratito regresar a la normalidad, lo conseguí siguiendo los tropecientos consejos de mis compañeros de viaje. La vuelta fue bastante mejor que la ida.
jueves, octubre 22, 2009
REGRESO A L´ALGUER.
Regresamos a Alguero con la única intención de poder visitar las cuevas de Neptuno. El primer día que fuimos fue imposible porque el mar estaba más que alborotado, así que volvimos con ese único objetivo.
Aprovechamos para comer en un restaurante junto a la muralla y ponernos las botas, una vez más, con el helado italiano que no tiene desperdicio por su cremosidad y su sabor intenso. Por tercera vez consecutiva, Ardorin, se quedó con ganas de probar el de chocolate que andaba siempre agotado en todas las heladerías(mirar que cara de enfado tiene en la foto), pero no se podía hacer nada porque lo poco que quedaba sólo daba para uno y siempre ponía una etiqueta: "Lorena".
Risas generales porque Pedro es tan fino y se toma tanto tiempo para degustar un helado, que termina por derretírsele, armando la marimorena.
La muralla bordeando el mar.
Esta señora que veis en la foto, se dedica a recoger y cuidar gatos abandonados. Esta tarea le cuesta 300 euros mensuales. Entiendo sus buenas intenciones, sin duda tiene un gran corazón y ama a los animales, pero les está haciendo un flaco favor, a ellos y al entorno. No es bueno alimentarles de este modo. De hecho, no dejan de traer nuevas criaturas al mundo. No pude evitar pensar en el gato del farero, una historia que narra Miguel Delibes de Castro en su libro: "La Naturaleza en Peligro". Ediciones Destino. 2005, que os recomiendo ya de paso. Ahí podreis leer la historia, pero resumiéndola mucho, narra lo que sucedió cuando un farero a quien le gustaban los pájaros y también los gatos, fue destinado a vivir en una pequeña isla de Nueva Zelanda. Se llevó al gato que hizo desaparecer un pájaro que sólo habitaba esa isla.
Para terminar, esta foto en la que salgo medio resignada porque casi me cargo la maleta por empeñarme en sacar las postales para dárselas en mano a la señora cartera, tenía a mi Pedro contento...
miércoles, octubre 21, 2009
SANTA TERESA DI GALLURA.
Que el viento no se nos lleve.
¿Veis un anciano de perfil o son mis ojos?
Sobre el granito blanco.
Pensando vete tú a saber en qué...
Ardorina disfrutando de la música del mar.
Pedro fue el primero en llegar a la cala.
Bajando la colina.
Con la torre española detrás.
Santa Teresa de Gallura es un pueblo que se encuentra ubicado al extremo norte de Cerdeña. Es famoso por el Capo de Testa, lugar donde se pueden observar unas rocas graníticas con formas curiosas.
Al llegar, nos acercamos a un mirador situado junto a la torre española, con unas vistas preciosas sobre los acantilados blancos de Bonifacio, en Córcega, y la playa de la Rena Bianca. No tardamos mucho en buscar un caminito para bajar hasta una pequeña cala de agua verde azulada donde tuvimos ocasión de disfrutar de unos momentos de relax total en un entorno precioso.
Desde Cerdeña hasta Córcega hay unos 12 kilómetros de distancia, unos cincuenta minutos en tiempo, y desde Santa Teresa se puede coger un ferry para visitar Bonifacio. Nosotros, por desgracia, no tuvimos tiempo ya de acercarnos hasta allí, pero aprovechamos para observar los acantilados desde la otra orilla.
Estuvimos disfrutando un buen rato del mar embravecido golpeando las rocas de granito donde nos encontrábamos sentados. Ardorina se quedó un poco más arriba por culpa de un tobillo magullado. Ardorin nos ofreció un espectáculo privado de lo más variopinto, y Pedro hizo el reportaje fotográfico mientras yo intentaba sacar jugo al momento y no pensar en nada, que es difícil, pero algo avancé en esto de poner la mente en blanco. La verdad es que disfruté mucho de la sensación de integración absoluta con el paisaje que me rodeaba. Un lujo, un auténtico lujo.
martes, octubre 20, 2009
CASTELSARDO.
Catedral de San Antonio Abad.
Artesanía típica en Castelsardo.
Iglesia de Santa María.
Cestas de fibras vegetales.
Tras doblar una curva de la carretera, apareció Castelsardo ante nuestros ojos, dominando, majestuosa, una colina sobre el mar. Recuerdo que pensé que era el pueblo que, supongo, resultaría de mezclar Peñíscola con Morella. Lo mismo no tiene nada que ver pero lo cierto es que se me pasó por la cabeza y una vez más me resultó todo enormemente familiar.
Empezamos la visita en la parte más alta del pueblo, en el castillo medieval que perteneció en su día a la familia de los Doria, fundadores de Castelsardo. Actualmente, recoge en su interior un museo que muestra piezas antiguas de artesanía. El castillo, en mi opinión, está muy remodelado, y cuesta ponerse en situación e imaginar cómo discurría la vida antaño. No parece un típico castillo medieval, eso sí, sus vistas sobre la ciudad no tienen desperdicio.
Las callejuelas estrechas, repletas de plantas y suelos empedrados, invitan a perderse. Son casi laberínticas, y recorrerlas es un placer para los sentidos. El olor a mar, el sonido de las olas golpeando fuertemente las rocas, la luz, la brisa, el sol, la vida que discurre lenta y la tranquilidad que se respira, hacen que inevitablemente una sienta cierta paz mientras pasea, y casi se llega a olvidar los múltiples, agotadores e inagotables desniveles y escalones que presiden alguna de sus calles.
Llegamos a la Iglesia de Santa María que fue construida en la época medieval. No es muy rica en ornamentos pero merece la pena visitarla. Es sencilla, y eso precisamente la hace más valiosa. Dentro, se puede disfrutar de unos hermosos altares de madera, una antigua estatua de San Francisco, y una capilla que alberga un Cristo Negro, considerado el más antiguo de la isla. Es en esta iglesia, donde el Lunes Santo, comienza la más interesante y característica procesión de Semana Santa en Cerdeña. Se denomina la ceremonia del Lunissanti, y se remonta, probablemente, al siglo XI. Durante la procesión, en el pueblo se apagan todas las luces y los callejones, plazas y pasos son iluminados por antorchas de los fieles, creando una atmósfera única.
Y paseando, paseando llegamos hasta la Catedral de San Antonio Abad, patrón de la ciudad. Me hizo sonreir recordando tiempos pasados, porque este santo es casamentero, vamos, que quien quiera novio/a que rece a San Antonio. La iglesia es del siglo XVII, y se encuentra ubicada junto a un acantilado con una panorámica preciosa. El campanario está separado de la iglesia y fue originalmente un antiguo faro. El interior es predominantemente gótico, y la fachada tiene una forma peculiar.
Tras las visitas obligadas, encontramos un rincón perfecto para comer y cerramos este capítulo con un buen sabor de boca, disfrutando de un hermoso paisaje y una comida deliciosa. Inolvidable.
lunes, octubre 19, 2009
PALMAVERA.
Una de las dos torres.
Plano del yacimiento.
Los visitantes del día.
Dos payasetes que no se sabe muy bien qué estaban haciendo.
La cabaña de las reuniones.
Las protagonistas de la película.
Regreso a Porto Torres.
Este yacimiento arqueológico se encuentra situado a unos ocho kilómetros de Alguero y conserva una parte, la más antigua, que data aproximadamente del Siglo XV a. c, que se dice pronto.
Hay restos de unas cincuenta cabañas con forma circular y una cabaña de reuniones. Todo el complejo estaba rodeado de una muralla defensiva y centrándose en las ruinas, uno puede casi adivinar como vivían los primeros habitantes de Cerdeña.
En nuestro caso, llevábamos un guía como la copa de un pino, mi Pedro, ni más ni menos. Nos tuvo amenizados durante toda la visita despertando nuestra imaginación y distribuyendo el interior de las cabañas al libre albedrío: "aquí iba la chimenea...,seguro que aquí dormían, y aquí tenían el almacén..."
Los expertos dicen que aún quedan más de cien cabañas enterradas. Se cree que eran un refugio para momentos en que el tiempo no acompañaba, porque en aquella época, según se tiene entendido, la mayor parte de la vida discurría a la intemperie.
La cabaña de reuniones era el lugar donde se celebraban debates políticos, ritos, ceremonías y hacía funciones de juzgado. La verdad es que se puede apreciar en las fotos, pese a lo que ha llovido, que Palmavera se encuentra resistente al paso de los años y muy bien conservada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)